13 de septiembre de 2016

¿QUÉ SON LAS DEMENCIAS?

Para poder entender y trabajar sobre este tema, está claro que debemos empezar por saber qué es una demencia, así como los tipos que podemos encontrar.
En cuanto a una definición general de demencia, distinguiremos estas enfermedades de otras empezando por lo que más visibilidad tiene para todos nosotros: que suponen una afectación considerable en los ámbitos conductual, psicológico y social para la persona que las padece respecto al nivel previo de funcionamiento, lo que hace que se reduzca significativamente la autonomía personal del enfermo. Supone la pérdida progresiva de las funciones cognitivas debido a determinados daños cerebrales, que serán los causantes de la aparición de los SPCD, es decir, los síntomas psicológicos y conductuales de la demencia.
En la página de la OMS se define de la siguiente manera: “La demencia es un síndrome, generalmente de naturaleza crónica o progresiva, caracterizado por el deterioro de la función cognitiva (es decir, la capacidad para procesar el pensamiento) más allá de lo que podría considerarse una consecuencia del envejecimiento normal. La demencia afecta a la memoria, el pensamiento, la orientación, la comprensión, el cálculo, la capacidad de aprendizaje, el lenguaje y el juicio. La conciencia no se ve afectada. El deterioro de la función cognitiva suele ir acompañado, y en ocasiones es precedido, por el deterioro del control emocional, el comportamiento social o la motivación. Es causada por diversas enfermedades y lesiones que afectan al cerebro de forma primaria o secundaria, como la enfermedad de Alzheimer o los accidentes cerebrovasculares.”
Pero la demencia no se da en todas las personas de la misma manera, todo dependerá de factores como la evolución de la propia enfermedad y el impacto que tiene y, muy importante, de la personalidad de quien la padece antes de que apareciera. Esto último influirá mucho en aspectos como el comportamiento, el pensamiento o la conducta del enfermo entre otras cosas. Para aclararlo, pondremos el siguiente ejemplo: alguien con un estilo agresivo a la hora de relacionarse con los demás a lo largo de su vida, muy probablemente presente un comportamiento de tipo muy agresivo incrementado por el padecimiento de la enfermedad. O también podemos ver cómo en personas que solían estar preocupadas por el dinero, a las que no les gustaba gastar y se preocupaban especialmente por ahorrarlo, al sufrir la demencia suelen ser personas que presentarán una obsesión con el dinero, lo guardarán con celo o aparecerán delirios del tipo “me lo están robando”, “se quieren quedar con mi dinero”,... Es decir, la personalidad y el comportamiento que ha venido presentando el sujeto a lo largo de su vida, en determinados aspectos, se verán incrementados o exagerados conforme la demencia va avanzando.
En cuanto a los tipos de demencia podemos encontrar lo siguiente:
  • Enfermedad de Alzheimer (EA).
  • Demencia vascular (DV).
  • Demencia con Cuerpos de Lewy (DLB).
  • Degeneración lobular frontotemporal (DLFT).
Cada una de ellas las desarrollaremos en posteriores ocasiones, puesto que en este post lo que pretendo es ofrecer una visión general respecto a qué son las demencias.
Por otra parte, las manifestaciones clínicas de una demencia se presentarán como alteraciones cognitivas, síntomas psicológicos y conductuales de las demencias (SPCD) y otros síntomas propios de estos trastornos.
Respecto a las manifestaciones cognitivas observamos que son amplias y heterogéneas, porque estas manifestaciones van en dependencia de numerosas y distintas causas según el caso: diferentes etiologías, diferentes cursos evolutivos, lesiones neurológicas distintas y otras características propias de la persona que la padece. Lo que primero nos suele llamar la atención, sobre todo a las personas que estamos alrededor del afectado, son los fallos de memoria. En este aspecto hay que ser prudentes, porque absolutamente todos nosotros tenemos estos fallos y tienen su función en cuanto a la propia optimización de nuestro funcionamiento cerebral diario. Con esto quiero decir que no veamos fantasmas por todos lados, que cada uno de nosotros tenemos lagunas de memoria y son algo natural. El problema es cuando vemos que se repiten con excesiva frecuencia y notamos que detrás de ellos existe cierta desorientación de la persona respecto a sucesos que han pasado, el lugar donde está o lugares a los que ir (orientación espacial), la orientación temporal o incluso personal respecto a sí mismo o respecto a sus familiares y conocidos.
También observamos que la persona comienza a tener dificultades respecto a la planificación de sus tareas, la anticipación y el establecimiento de metas y, en general, un deterioro de las funciones ejecutivas y habilidades cognoscitivas de las que nos servimos para funcionar correctamente en nuestro día a día, donde incluimos aspectos como el inicio de nuestras actividades y operaciones mentales, la autorregulación y ejecución de las tareas, el diseño y la planificación de nuestro quehacer diario, la flexibilidad cognitiva, que nos ayuda a responder ante las situaciones que se nos presentan, así como la elección adecuada de los comportamientos y las conductas que exige cada una de esas situaciones. Las alteraciones de memoria pueden aparecer en cualquier momento en todos los tipos de demencia, pudiendo verse afectadas las regiones corticales o subcorticales del cerebro. Cuando son las regiones corticales las más afectadas solemos encontrar, combinadas de diferentes maneras, problemas de lenguaje (afasia), problemas en los movimientos voluntarios (apraxia), dificultad a la hora de nombrar cosas o personas (agnosia), olvidos (amnesia), así como los problemas en las funciones ejecutivas de las que hablamos más arriba. Cuando la afectación es más importante en las estructuras cerebrales subcorticales podemos observar lentitud en el procesamiento mental, dificultad para mantener la atención, problemas en la fluidez verbal, también a la hora de evocar recuerdos y, de nuevo, alteraciones en las funciones ejecutivas.
En el caso de los SPCD, también encontramos una gran variabilidad y heterogeneidad en su modalidad de presentación. Esto es así, por la importante influencia de factores psicológicos y ambientales en la aparición y curso de la enfermedad y, de nuevo, por características propias de la persona afectada. Los cambios en el entorno de la persona pueden hacer que los SPCD se agraven, porque suelen ser muy vulnerables a ellos. Entre los principales síntomas psicológicos y conductuales de la demencia encantramos: alteración del pensamiento, ilusiones y alucinaciones, agresividad, depresión, ansiedad, euforia, apatía, desinhibición, irritabilidad, hiperactividad motora, vocalizaciones repetidas, alteración del sueño y aumento o disminución del apetito.
En cuanto a otros síntomas, nos referimos a aquellos que aparecen por la asociación de la demencia con otras enfermedad comórbidas que pueden aparecer. Es el caso del Parkinson, signos de motoneurona (en algunos casos de DLFT), movimientos involuntarios (como en la EH), síndrome cerebeloso (ataxias espinocerebelosas), trastornos autonómicos (DLB, PDD) o liberación de los reflejos primitivos (EA).
En el curso evolutivo natural de las demencias, podemos ver cómo aparecen de modo insidioso y que posteriormente van evolucionando de manera progresiva. En fases iniciales y en la mayoría de los casos aparece una afectación de la memoria para hechos recientes, a la que se añaden posteriormente déficits en otras funciones cognitivas y un progresivo deterioro en las actividades avanzadas, instrumentales y finalmente básicas de la vida diaria, seguido de deterioro de funciones motoras, con aparición de trastorno de la marcha, hasta que finalmente suele darse la inmovilización del paciente y el fallecimiento por alguna complicación asociada.
Para finalizar, me gustaría señalar que no todos los signos y síntomas que vemos en algunas personas van a ser el resultado del padecimiento de una demencia. Debemos ser cautos porque se están empezando a convertir en el cajón de sastre donde meter a todos aquellos y aquellas que empiezan a presentar determinados fallos cognitivos, psicológicos o conductuales. De hecho, en muchas ocasiones, las alteraciones que observamos pueden ser producto de otras enfermedades neurológicas, de algún trastorno psicológico (como puede ser la depresión) o simplemente el reflejo de factores propios de la edad.  Lo que hay que hacer es acudir al especialista adecuado para averiguar de qué son reflejo los síntomas que observamos y si verdaderamente son tan preocupantes como parecen sin caer en lo que se está empezando a dar con demasiada frecuencia: que personas que verdaderamente no tienen la preparación necesaria etiquetan a alguien dentro de un síndrome que no está padeciendo, con las consecuencias que traerá esta equivocada acción en su vida y sus relaciones personales.

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