¿QUÉ SON LAS DEMENCIAS?
En cuanto a una
definición general de demencia, distinguiremos
estas enfermedades de otras empezando por lo que más visibilidad
tiene para todos nosotros: que suponen una afectación considerable
en los ámbitos conductual, psicológico y social para la persona que
las padece respecto al nivel previo de funcionamiento, lo que hace
que se reduzca significativamente la autonomía personal del enfermo.
Supone la pérdida progresiva de las funciones cognitivas debido a
determinados daños cerebrales, que serán los causantes de la
aparición de los SPCD, es decir, los síntomas
psicológicos y conductuales de la demencia.
En
la página de la OMS se define de la siguiente manera: “La demencia
es un síndrome, generalmente de naturaleza crónica o progresiva,
caracterizado por el deterioro de la función cognitiva (es decir, la
capacidad para procesar el pensamiento) más allá de lo que podría
considerarse una consecuencia del envejecimiento normal. La demencia
afecta a la memoria, el pensamiento, la orientación, la comprensión,
el cálculo, la capacidad de aprendizaje, el lenguaje y el juicio. La
conciencia no se ve afectada. El deterioro de la función cognitiva
suele ir acompañado, y en ocasiones es precedido, por el deterioro
del control emocional, el comportamiento social o la motivación. Es
causada por diversas enfermedades y lesiones que afectan al cerebro
de forma primaria o secundaria, como la enfermedad de Alzheimer o los
accidentes cerebrovasculares.”
Pero
la demencia no se da en todas las personas de la misma manera, todo
dependerá de factores como la evolución de la propia enfermedad y
el impacto que tiene y, muy importante, de la personalidad de quien
la padece antes de que apareciera. Esto último influirá mucho en
aspectos como el comportamiento, el pensamiento o la conducta del
enfermo entre otras cosas. Para aclararlo, pondremos el siguiente
ejemplo: alguien con un estilo agresivo a la hora de relacionarse con
los demás a lo largo de su vida, muy probablemente presente un
comportamiento de tipo muy agresivo incrementado por el padecimiento
de la enfermedad. O también podemos ver cómo en personas que solían
estar preocupadas por el dinero, a las que no les gustaba gastar y se
preocupaban especialmente por ahorrarlo, al sufrir la demencia suelen
ser personas que presentarán una obsesión con el dinero, lo
guardarán con celo o aparecerán delirios del tipo “me lo están
robando”, “se quieren quedar con mi dinero”,... Es decir, la
personalidad y el comportamiento que ha venido presentando el sujeto
a lo largo de su vida, en determinados aspectos, se verán
incrementados o exagerados conforme la demencia va avanzando.
En
cuanto a los tipos de demencia podemos encontrar lo siguiente:
- Enfermedad de Alzheimer (EA).
- Demencia vascular (DV).
- Demencia con Cuerpos de Lewy (DLB).
- Degeneración lobular frontotemporal (DLFT).
Cada
una de ellas las desarrollaremos en posteriores ocasiones, puesto que
en este post lo que pretendo es ofrecer una visión general respecto
a qué son las demencias.
Por
otra parte, las manifestaciones clínicas de una demencia se
presentarán como alteraciones cognitivas, síntomas psicológicos y
conductuales de las demencias (SPCD) y otros síntomas propios de
estos trastornos.
Respecto
a las manifestaciones cognitivas observamos que son amplias y
heterogéneas, porque estas manifestaciones van en dependencia de
numerosas y distintas causas según el caso: diferentes etiologías,
diferentes cursos evolutivos, lesiones neurológicas distintas y
otras características propias de la persona que la padece. Lo que
primero nos suele llamar la atención, sobre todo a las personas que
estamos alrededor del afectado, son los fallos de memoria. En este
aspecto hay que ser prudentes, porque absolutamente todos nosotros
tenemos estos fallos y tienen su función en cuanto a la propia
optimización de nuestro funcionamiento cerebral diario. Con esto
quiero decir que no veamos fantasmas por todos lados, que cada uno de
nosotros tenemos lagunas de memoria y son algo natural. El problema
es cuando vemos que se repiten con excesiva frecuencia y notamos que
detrás de ellos existe cierta desorientación de la persona respecto
a sucesos que han pasado, el lugar donde está o lugares a los que ir
(orientación espacial), la orientación temporal o incluso personal
respecto a sí mismo o respecto a sus familiares y conocidos.
También
observamos que la persona comienza a tener dificultades respecto a la
planificación de sus tareas, la anticipación y el establecimiento
de metas y, en general, un deterioro de las funciones ejecutivas y
habilidades cognoscitivas de las que nos servimos para funcionar
correctamente en nuestro día a día, donde incluimos aspectos como
el inicio de nuestras actividades y operaciones mentales, la
autorregulación y ejecución de las tareas, el diseño y la
planificación de nuestro quehacer diario, la flexibilidad cognitiva,
que nos ayuda a responder ante las situaciones que se nos presentan,
así como la elección adecuada de los comportamientos y las
conductas que exige cada una de esas situaciones. Las alteraciones de
memoria pueden aparecer en cualquier momento en todos los tipos de
demencia, pudiendo verse afectadas las regiones corticales o
subcorticales del cerebro. Cuando son las regiones corticales las más
afectadas solemos encontrar, combinadas de diferentes maneras,
problemas de lenguaje (afasia), problemas en los movimientos
voluntarios (apraxia), dificultad a la hora de nombrar cosas o
personas (agnosia), olvidos (amnesia), así como los problemas en las
funciones ejecutivas de las que hablamos más arriba. Cuando la
afectación es más importante en las estructuras cerebrales
subcorticales podemos observar lentitud en el procesamiento mental,
dificultad para mantener la atención, problemas en la fluidez
verbal, también a la hora de evocar recuerdos y, de nuevo,
alteraciones en las funciones ejecutivas.
En
el caso de los SPCD, también encontramos una gran variabilidad y
heterogeneidad en su modalidad de presentación. Esto es así, por la
importante influencia de factores psicológicos y ambientales en la
aparición y curso de la enfermedad y, de nuevo, por características
propias de la persona afectada. Los cambios en el entorno de la
persona pueden hacer que los SPCD se agraven, porque suelen ser muy
vulnerables a ellos. Entre los principales síntomas psicológicos y
conductuales de la demencia encantramos: alteración del pensamiento,
ilusiones y alucinaciones, agresividad, depresión, ansiedad,
euforia, apatía, desinhibición, irritabilidad, hiperactividad
motora, vocalizaciones repetidas, alteración del sueño y aumento o
disminución del apetito.
En
cuanto a otros síntomas, nos referimos a aquellos que aparecen por
la asociación de la demencia con otras enfermedad comórbidas que
pueden aparecer. Es el caso del Parkinson, signos de motoneurona (en
algunos casos de DLFT), movimientos involuntarios (como en la EH),
síndrome cerebeloso (ataxias espinocerebelosas), trastornos
autonómicos (DLB, PDD) o liberación de los reflejos primitivos
(EA).
En
el curso evolutivo natural de las demencias, podemos ver cómo
aparecen de modo insidioso y que posteriormente van evolucionando de
manera progresiva. En fases iniciales y en la mayoría de los casos
aparece una afectación de la memoria para hechos recientes, a la que
se añaden posteriormente déficits en otras funciones cognitivas y
un progresivo deterioro en las actividades avanzadas, instrumentales
y finalmente básicas de la vida diaria, seguido de deterioro de
funciones motoras, con aparición de trastorno de la marcha, hasta
que finalmente suele darse la inmovilización del paciente y el
fallecimiento por alguna complicación asociada.
Para
finalizar, me gustaría señalar que no todos los signos y síntomas
que vemos en algunas personas van a ser el resultado del padecimiento
de una demencia. Debemos ser cautos porque se están empezando a
convertir en el cajón de sastre donde meter a todos aquellos y
aquellas que empiezan a presentar determinados fallos cognitivos,
psicológicos o conductuales. De hecho, en muchas ocasiones, las
alteraciones que observamos pueden ser producto de otras enfermedades
neurológicas, de algún trastorno psicológico (como puede ser la
depresión) o simplemente el reflejo de factores propios de la edad. Lo que hay que hacer es acudir al especialista adecuado
para averiguar de qué son reflejo los síntomas que observamos y si
verdaderamente son tan preocupantes como parecen sin caer en lo que
se está empezando a dar con demasiada frecuencia: que personas que
verdaderamente no tienen la preparación necesaria etiquetan a alguien dentro de un síndrome que no está padeciendo, con las
consecuencias que traerá esta equivocada acción en su vida y sus
relaciones personales.
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